También llamado “tasa Tobin”, por el apellido del economista que lo propuso, y grava las transacciones financieras y es promovido por diputados oficialistas
En el marco de la discusión de una reforma tributaria, que le permita a Chile mejorar su recaudación, un grupo de diputados del oficialismo ha sumado una indicación al proyecto para incluir un impuesto a las transacciones financieras, coloquialmente llamado impuesto “Robin Hood”. El mismo constaría de un gravamen de 0,6% y se basa en una iniciativa del año 1971, publicada por el economista y premio Nobel estadounidense James Tobin. Por esto último, este tipo de propuestas han tomado también el nombre de tasa Tobin, a nivel internacional.
La iniciativa de los legisladores detalla que la tasa Tobin propuesta “grava una actividad económica de compraventa de instrumentos financieros ajenos a la economía real”. Se gravaría el flujo financiero y sus actos, no sus resultados (utilidades o pérdidas) ni el patrimonio.
Según los diputados que agregaron esta indicación al proyecto de reforma tributaria, el Estado podría recaudar entre US$2.000 y US$4.000 millones, dependiendo la tasa que se aplique finalmente, en caso de añadirse el tributo y promulgarse la ley.
El legislador oficialista Jaime Naranjo, promotor de la tasa Tobin en Chile. “Por cada 1.000 pesos que se muevan en la bolsa, habría que pagar 6 pesos de impuesto. Hoy la compra de acciones no está gravada”, justificó.
Cabe señalar que la propuesta original del Gobierno para la reforma tributaria preveía una recaudación del 4,1% del PIB, pero luego ese ratio cayó al 3,6%, por lo que se buscaría recuperar una parte con este gravamen.
Las controversias que genera el impuesto
Ante las críticas recibidas, los promotores del impuesto “Robin Hood” señalan que hay 32 países que aplican en la actualidad una tasa a las transacciones financieras, entre los cuales aparecen: Francia, Alemania, Suiza, Italia, Brasil, India, China, Sudáfrica, Japón, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, entre otros. “Se trataría de un impuesto sobre base bruta, que podría tener una tasa fija o una tasa variable dependiendo del monto de la transacción”, explicó a Bloomberg Línea Rodrigo Benítez, socio líder de BLTA – SW Chile.
“No se puede discriminar entre quién pagan este impuesto o no, si tienen mayor riqueza o quiénes requieren fondos para financiar sus gastos. Este impuesto se fundamenta en los mismos principios que el Impuesto de timbres y estampillas”.
De hecho, el propio ministro de Hacienda, Mario Marcel, reconoció que el Gobierno está analizando esta propuesta, pero aclaró que tienen que asegurarse que no haya incompatibilidades con el impuesto de timbres y estampillas, mencionado por Benítez.
Pros y contras
Entre los puntos a favor de este tipo de impuestos, Benítez subrayó que “es muy eficiente en la recaudación”, considerando que se “aplica sobre el total del valor de la transacción, sin descontar ningún costo o gasto”.
No obstante, también remarcó algunas contras:
- “La subsistencia de ambos impuestos (timbres y estampillas más el impuesto Robin Hood) llevaría a una doble tributación en relación a una misma base imponible”, apuntó Benítez.
- “Es un impuesto que desincentiva la actividad económica, en tanto y en cuanto cualquier movimiento financiero estaría afectado con este impuesto, por tanto agravaría la situación de crisis económica. Y es contrario a la capacidad económica, considerando que su aplicación es de base bruta sin importar si la operación tiene alguna rentabilidad o no”, agregó.
- “No discrimina por tipo de contribuyente, porque le afecta por igual a los que tienen más y a los que tienen menos y requieren mayor financiamiento”, señaló, por último.
Grupos antiglobalización.
El impuesto Robin Hood volvió a tener notoriedad pública global cuando a principios de los años ‘2000 muchos grupos antiglobalización pidieron que se aplique en sus países.
El propio Tobin consideró en sus últimos años que se ha abusado de su idea, dado que en su origen la tasa sólo tenía por objetivo frenar la volatilidad de los mercados cambiarios internacionales.
Pocos meses antes de morir (en 2002) Tobin sostuvo en una entrevista con el diario alemán Der Spiegel: “No tengo lo más mínimo en común con los revoltosos de la antiglobalización. Soy partidario del libre comercio”.